martes, 10 de febrero de 2009

Un señor llamado ego


Mi Mamá me lo dijo muy bien cuando salí de Loma de Cabrera a Santo Domingo. “Mi hija, si te va bien en la Capital domina una palabrita que no conozco, pero sé que le dicen ego”. Y mira que mi madre tenía razón, quien no sabe dominar, doblegar, detener y enterrar esa palabra tirará por tierra todo lo que en decenas de años ha logrado.
Esta es la palabra que está predominando en los escándalos en que se ha visto envuelto el premio Casandra en los últimos días. Todo es cuestión de ego, de que soy el mejor, estoy por encima del bien y del mal y de mí no se puede decir nada, porque quienes lo hagan se las verán conmigo. Todo eso ocurre cuando el “señor ego” saca sus garras y se apodera del cuerpo de quienes creen que lo han logrado todo y no pueden ser tocados. En estos días el “señor ego” no solo ha tocado a los artistas, sino que le ha hecho una visita a algunos cronistas. Los grandes empresarios, los que triunfan, los que viven en paz son aquellos que un día se apartaron como si fuera una droga peligrosa del “señor “ego”.
Eso es algo que destruye, aniquila y acaba con la tranquilidad, la paz y la sabiduría de cualquiera. En estos días que se ha querido empañar los 25 años del premio Casandra es mejor cambiar al “señor ego” por la sabiduría, la humildad y la inteligencia.

 

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