lunes, 16 de febrero de 2009

CUIDADO, MUCHO CUIDADO…

LUISA REBECA
Periodista de Santiago
Con el tiempo, la música se ha ido mezclando, se ha ido intercambiando y la gente ha ido aprendiendo de todas las fusiones, aquellas mezclas iniciales han dado como resultado, a través de los años, nuevas formas de creación, nuevos géneros que han ganado espacio y que hoy en día son respetados como géneros establecidos.

La vida viene y va, la creación se vuelve interesante, imaginativa y especial cuando se inventa, cuando esos atrevimientos dan como resultado novedades formidables, inolvidables y vistosas. Eso sí, cada quien desde su área de dominio, cada quien desde sus talentos y desde sus especialidades, pero nunca llegando a confusiones o distorsiones.

Zapatero a su zapato. No por el hecho de correr por las tardes en bien de la salud, ya podemos sentirnos colegas y capaces de andar de tú a tú con Félix Sánchez, por sólo poner un ejemplo de corredores olímpicos. Peor aún si los atletas de peso pesado catalogan al aficionado como profesional del área, confundiendo con ello al público.

El daño, no es sólo al público que está tomando como bueno y válido el asunto, en el sentido de que una voz autorizada califica como tal, sino también al artista que incursionando desde su género y perspectiva, se convierte, de la noche a la mañana, en exponente y experto en otra área, sino para el artista que, echando abajo trayectoria, años de estudios y esfuerzos, experiencia, talento y destreza interpretativa, aprueba como buena y válida la cuestión.

Todo arte requiere de maduración, de años para trillar un renglón hasta lograr acrisolarse y poder recibir un calificativo. Nunca hemos visto a figuras representativas del folklore de algún país catalogarse como representativas de otro género, por el sólo hecho de participar en un show o en una producción musical.

Cuando los elementos se mezclan, cada uno debe conservar su identidad, cada uno debe asumir su condición y sentirse orgulloso de sí mismo, de sus aportes, talentos y experiencia (cada cual en su área), pero jamás intentar convertirse en el otro y, mucho menos, mostrar al público esos valores como válidos. Pero peor aún es que echemos a rodar la trayectoria y la experiencia, poniéndonos, de igual a igual a quienes ni siquiera han iniciado el camino.

Tiempo al tiempo, tiempo al tiempo, nada de apresuramientos.

 

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